“Canciones de Alejandría de Mirka Arriagada: ¿cómo deconstruir un castillo de ladrillos?” Por Zenaida Suárez

“El difícil ejercicio al que Arriagada somete la palabra literaria deja muchas incógnitas en el camino para quienes, entrecruzados por la conciencia y el vago reconocimiento del subconsciente, desconocemos los mecanismos de defensa que operan a nivel interno (cuerpo) y a nivel externo (cultura) en esta obra que, sin duda, también está atravesada por los grandes discursos vanguardistas.”

El rey Hastío, la reina Puérpera y la princesa Púber viven en un castillo de ladrillos en Alejandría, la cuna de la cultura occidental, de la matemática, de los tratados filosóficos y musicales. Pero esa ciudad “de Alejandría” es acá un cuerpo de mujer -el de Hipatia- y cada miembro de la familia que vive en los intramuros de ese cuerpo adolece un trauma; cada uno lo explicita en primera persona y los tres relatos paralelos se transforman en un monólogo a tres voces que llega a su finitud cuando, en la última sentencia pronunciada en los intramuros del castillo, la princesa Púber grita: “Hermana / ¡Logramos echar el reino fuera de mí!”.

Canciones de Alejandría (Buenos Aires Poetry, 2021) de Mirka Arriagada vuelve materia poética el pensamiento patriarcal que asfixia y condiciona a la mujer. Lo convierte en relato mientras lo deconstruye; lo va doblegando en función de su propio discurso, anquilosado en nuestro interior, a partir de la práctica psicoanalítica. Desde este prisma, el rey -Súper Yo- adolece de la gran crisis que supone el aburrimiento existencial: “No estoy aquí por voluntad / Ser rey me aburre” (…) “Soy el único rey que no puede abdicar”. La reina -Yo- suspira ahíta de su inacabable puerperio: “¡Ay embarazada de mí!”, “¡Ay puérpera de mí!”. Y la princesa -Ello-, exaltada por la pubertad, hace pacto de silencio para no hablar de sus progenitores. 

Sin embargo, esta obra está atravesada por la misma reconstrucción del mito edípico de Freud que Lacan desarrolló a partir de la tríada freudiana del Súper Yo, el Yo y el Ello, introduciendo dos conceptos claves: “el nombre del padre” y “la falta”, con los que se completa la espiral de sentido que sugieren estas Canciones, pues introduce el ámbito del afuera y, con ello, la cultura operante en el sujeto.

La estructura tripartita de la obra conjuga, por un lado, la ciencia pitagórica y, por otro, la simbología que subyace al contenido. Vasta en alusiones culturales y literarias, podemos entrever en sus versos referencias a los arcanos jungianos, el minotauro griego, La siesta del fauno mallarmeana, la Gioconda, los cipreses que simbolizan la muerte, el episodio histórico de la toma de la Bastilla y el propio Edipo, en el discurso del rey (que es solo pensamiento). La reina, mientras tanto, verbaliza el trauma y pone toda la fe en su estirpe de gemelas como la loba de Roma, a la que concede el anagrama de amor, y destruye (defeca sobre) la palabra “colibrí” que la subyuga. Pero la princesa, fuertemente atada a la sangre de los progenitores a los que no quiere mentar y de los que se quiere deshacer, deja a su igual dentro del reino y huye hacia el afuera (aflora) para cambiar la historia, no caer en la repetición y lograr echar el reino fuera de sí, sabiendo que una parte de esa condena siempre quedará adentro, en la figura de su gemela.

El difícil ejercicio al que Arriagada somete la palabra literaria deja muchas incógnitas en el camino para quienes, entrecruzados por la conciencia y el vago reconocimiento del subconsciente, desconocemos los mecanismos de defensa que operan a nivel interno (cuerpo) y a nivel externo (cultura) en esta obra que, sin duda, también está atravesada por los grandes discursos vanguardistas en que el creacionismo huidobriano y el surrealismo bretoniano van dejando caer las migajas de un mundo en descomposición para ser recreado a partir de la no repetición, como aquel grito inicial a la madre natura que rezaba ¡Non serviam!, en versos como: “Yo solo intento sobrellevar el hastío”, que tanto recuerda al del Canto I de Altazor.

Creo que leer a Mirka Arriagada, en este minuto y en este espacio, además de mostrar un claro continuum con Cuando el amor se echó a morir como un perro (Mago Editores, 2014), nos pone en alerta acerca del motor generador de un nuevo mundo que, de a poco, se va desanclando del patriarcado y se va instalando en las esferas de lo igual a partir de la no repetición de estereotipos que solo pueden dejar de repetirse cuando han sido identificados, porque: “Por las huellas del reino / sólo transitan erráticos demonios / y cabizbajos corderos”.

 

Zenaida M. Suárez Mayor

Septiembre/2021

 

 

Tres poemas de Canciones de Alejandría de Mirka Arriagada

 

Rey del Hastío (I)

 

No estoy aquí por voluntad.

Ser rey me aburre

Envejezco mal bajo el peso de la corona

Traigo fatigados los ojos

simulando atender con interés

los problemas inherentes al reino

Los consejeros me abruman de funestas noticias

Ha sido un tormento soportar

el embate de la prensa que fustiga a mis parientes

¿Que ya no puede el rey hacerse de trofeos de caza?

¿Que hay que pagar impuestos y presentarse en tribunales?

¿Que la prensa rosa ha entrado a nuestra recámara?

No puedo responder por el proceder de mi familia

Lo sé, bien me sé la historia de las guillotinas

Me he mantenido informado

desde el fundamento de la historia universal

de todo chisme chimuchina chimento

Pero ya os he dicho

No estoy aquí por voluntad

Se me dio un destino inamovible

Freud, el arqueólogo, 

descubrió un mundo hundido en el cerebro

donde mi reino es la mezcla extraña del lujo y la ruina

donde mis poderes superan el orden visible

donde estamos más muertos que vivos

Estamos atrapados en una fortaleza arcana

cuya forma no puede expresarse

Los arquitectos construyen castillos de diversos diseños

Ya ven, todo es una representación mental

Yo solo intento sobrellevar el hastío

repetir mi papel sin comerme palabras del guión

entretenerme cuando una coma se transforma en ruiseñor

cuando alguna palabra se encabrita

y cuando me llega un silencio

como un animal extraño que me han traído del oriente

Ya os he dicho:

ser rey me aburre

Tras el paso del tiempo comprendí

a mi pesar:

soy el único rey que no puede abdicar

 

 

La Reina Puérpera (IV)

 

 

Estaba atrapada en la embriaguez

de hilar mi estirpe

Una trae consigo

la loba que funda ciudades

la nacida en el anagrama del amor

Vino el orfebre

trayendo en sus manos

una corona diminuta

Mi mujer liberada

-esa que estaba cataléptica-

me dijo: tendrás gemelas

¿Deberé encargarle al orfebre otra corona?

¡Por ningún motivo! 

¿Acaso quieres dos hijas esclavas de la repetición?

¿Y qué haremos?

El palacio es grande

sabes que nadie se mira a los ojos

acá podrías esconder incluso un elefante

Déjale a una de ellas la opción de huir

Y canté junto al viento la alegría perdida

recuperé la ternura imaginando mis cachorras

me levanté de mis escombros

portando la placenta con decoro

¡Ay embarazada de mí! 

 

La Princesa Púber (III)

 

Tuve una vez en mi espejo

la ilusión danzante de una gemela

ahora ella es un retrato en la pared

y así está bien

está mejor

Dicen que la del cuadro soy yo

con mi gemela guiñamos el ojo contrario

nadie debe descubrir nuestra dualidad

sabemos que la atraparían

y tendría que padecer las clases del preceptor

tendría que caer vencida bajo estos ropajes tiesos

o la encerrarían en la torre de los desquiciados

porque es chúcara mi hermana

tiene esa cosa indómita de los seres libres

En el retrato está bien

Así está mejor

 

 

 

 

Zenaida M. Suárez Mayor (Las Palmas de Gran Canaria, España, 1976). Es doctora en Literatura y Teoría de la Literatura, magíster en Literatura Hispanoamericana Contemporánea y Filóloga. Docente e investigadora en el Instituto de Literatura de la Universidad de los Andes, Chile, donde se desempeña como Profesora Asociada en el ámbito de la literatura chilena. Sus líneas de investigación están referidas, por un lado, a las vanguardias literarias y sus relaciones interdiscursivas con otras manifestaciones artísticas y, por otro, a la obra poética de Gabriela Mistral, de la cual realiza un trabajo filológico de recopilación, cotejo y fijación textual.

Es autora del libro Palabras ya escritas. Relecturas de La nueva novela de Juan Luis Martínez (RIL editores, 2019) y dirige la Cátedra de Literatura Chilena de la Universidad de los Andes.

 

 

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