Reseña sobre “El libro de las renuncias” de Mariela Malhue

En “El libro de las renuncias” la hablante reflexiona y observa diversas formas de ver y entender su realidad,  en un estado de contemplación y silencio. Cada acción lleva a una reflexión, a una imagen que intenta una rutina o una serie de acciones al azar, que nos invitan a mirar y estar en una escena; un adentro y un afuera en búsqueda del hogar o un espacio seguro. 

 

“La imaginación no es un acto

privilegiado; todos se involucran en ella. La imaginación

me permite dar crédito y entereza a cualquier existencia

fuera de mí”  

Mary Ruefle. 

 

Renunciar a la palabra, elegir no hablar, expandir el silencio habitando los  vacíos en los que somos libres para  entrar y salir. Renunciar a las expectativas de ser, tener o pertenecer.

¿Cuál es la renuncia a la que nos invita Mariela? ¿Qué nos quiere susurrar?

¿Renunciar al tiempo, a la inmediatez, a las palabras, al orden de las cosas?

Usamos palabras para ordenar el mundo, las inventamos o creemos estar realizando aquello que dijimos hacer y por un instante representamos esa realidad, esa aleatoriedad que parece ser un juego. 

El libro de las renuncias (Editorial Castor y Pólux, 2023) de Mariela Malhue nos invita a entrar de manera consciente e inconsciente a un juego del lenguaje entre palabras que parecen ordenar ciertas acciones en torno al azar. 

Herta Müller dice que el pensamiento habla consigo mismo de una forma completamente distinta a cómo hablan con él las palabras.  Nombrar como una invocación y deshacer los mandatos, abriendo  espacio al silencio, al vacío, que es otra forma de comunicar y decir.  

Pienso en el  silencio y la contemplación como estados meditativos. Observar y conectar con el momento presente genera un estado de trance, que conlleva a un desplazamiento de  la mente hacia el cuerpo. Es interesante cómo en un estado de contemplación profunda se puede sentir y escuchar el  cuerpo, amplificando los latidos de  tus venas, sintiendo cómo fluye el líquido sanguíneo, cómo se desplaza por todo los sistemas, que es otra forma de decir cómo se vuelve consciente el estar viva.  

Una vez, esperando que se llenara un colectivo a las 4 AM, experimenté ese estado de manera inconsciente. Entre somnolienta y despierta en la oscuridad, escuchaba el ruido de la ciudad y la conversación del taxista y los pasajeros, que pasaban como una película lejana en mi estado alterado de consciencia. Pienso en los estados meditativos y de contemplación que requieren un plano dimensional para establecer la trayectoria en la que nos movemos o creemos estar, a veces lineal otras veces en curva.  

En El libro de las Renuncias la hablante reflexiona y observa diversas formas de ver y entender su realidad,  en un estado de contemplación y silencio. Cada acción lleva a una reflexión, a una imagen que intenta una rutina o una serie de acciones al azar, que nos invitan a mirar y estar en una escena; un adentro y un afuera en búsqueda del hogar o un espacio seguro. 

El poema se convierte en una experiencia,  un viaje en cuyo recorrido está hecho de encrucijadas y recodos. Podemos mirar el mundo desde diferentes planos dando movimiento de alguna forma,  un espacio temporal específico. 

Ahondar en la fractura, entre la lógica de lo cotidiano y las respuestas adaptativas que la hablante establece; diluirse entre un mundo consciente e inconsciente de realidad y ensoñaciones, es lo que entiendo de las renuncias propuestas. 

¿Podemos renunciar a pensar? ¿Callar la mente como un barco remecido por una tormenta; el permanente  temor al silencio o a la página en blanco? 

La hablante pareciese apartarse de alguna forma de las expectativas del lenguaje, asentándose en un terreno, a ratos anómico, en un monólogo interior abierto, donde  el lenguaje y las palabras actúan como la única presencia material e ineludible.

Cito:  

 

Cuando el cuerpo se detiene

la única lectura que ocurre es aquella que realiza el aire accediendo a la sangre

Aísla el sentido de la materia

Eso es lo que permanece. Un sonido continúa”

 

Laura Crespi dice que, desde la perspectiva deconstructiva, el lenguaje está constituido por cierta ley de ambigüedad. De esta forma, la presencia y ausencia del lenguaje dan cierta suspensión en un espacio que es un no-lugar, un “entre” la palabra y el silencio, donde oscila el sentido y la literatura.

Cuando el cuerpo está al límite, las palabras parecieran ser una fuga de energía.

Saussure plantea que la lengua no premedita nada, más bien sus piezas se desplazan o se modifican de una forma espontánea o fortuita.  El poemario de Mariela trabaja con el lenguaje como un elemento más del azar y lo aleatorio, donde el azar se ubica en una frontera de nuestra razón, representando una ruptura con la causalidad.  Pero, ¿qué sucedería si pensáramos el azar como algo que va más allá de un mero accidente del destino; más allá de una interferencia en la lógica o la razón; si el azar fuera en sí mismo una respuesta?

Cito:

 

 “El movimiento de la boca traba la ficción del habla

La obstrucción es la nitidez con que me enfrento a los objetos

El intento es llenar un bloque de tiempo mediante la práctica de una disciplina

Las rodillas firmes hacia el suelo. Raíces

La columna una recta”

 

La boca renuncia a las palabras en un mutismo selectivo, lo no dicho.

Un gesto vacío que no rebota ni es eco, pero se abre como pequeños rizomas.

La palabra “aleatorio” se usa para expresar una aparente carencia de propósito, causa u orden y ciertos patrones no identificables. En la teoría de la probabilidad, un experimento aleatorio es aquel que bajo el mismo conjunto aparente de condiciones iniciales puede representar resultados diferentes, es decir, no se puede predecir o reproducir el resultado exacto de cada experiencia particular. La renuncia también puede entenderse como una repetición de patrones que se observan de manera circular.

Pienso en la teoría de la relatividad que contribuye de alguna forma como un cuerpo teórico y experimental en el libro, para mostrarnos una realidad no percibida: la existencia de un tiempo relativo y, por tanto, no absoluto a causa de la influencia de la gravedad. El lenguaje se condensa a mayor gravedad. El tiempo transcurre más lento, y así observamos este transcurrir temporal en acciones percibidas dentro y fuera de sí. 


Las realidades no percibidas por nosotros son abundantes. Vivimos en un mundo impregnado de ondas hasta la saciedad: radio, televisión, rayos X, ultravioletas, ultrasonidos, que no percibimos a pesar de que están aquí. Aparatos sensibles a estas ondas nos demuestran su existencia y abundancia sobre las que no dudamos. Sin embargo, nos traspasan ondas electromagnéticas con las cuales chocamos y nos enfrentamos, expuestos a nuestra propia sensibilidad y saturaciones.

Podemos decir que el azar y el caos son parte de los factores aleatorios que construyen nuestra realidad creando el mundo tal y como lo percibimos. La creatividad se encarga de utilizar esos factores y darles un significado nuevo, pues aquello que creemos impensable y caótico puede albergar algún sentido. Así, el libro de las renuncias genera diversas combinaciones de preguntas y respuestas, como en los juego de azar, abriéndose  a múltiples probabilidades; jugando con el tiempo y el espacio, en dimensiones lineales, curvas o matemáticas. La aleatoriedad se presenta como un elemento fortuito, separándose de manera consciente e inconsciente en la tensión  entre el azar y las constricciones impuestas como marco para la aventura de la creación. Son estos los elementos que construyen la estética y dan forma al libro de Mariela, distintos elementos que en su combinación devienen en pequeñas sorpresas. 

 

Karo Castro

Santiago 13 Enero 2023

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