VIVENCIAR POESÍA Y MÚSICA COMO UN GRAN TEJIDO. Entrevista a la cantora de letras y sonidos María Compás

“Siento que crear es difícil en cualquier parte de Latinoamérica, ya que es un acto no utilitarista, contrahegemónico. Por ende, siempre levantarán diversas barreras para que ese acto se repliegue” 

Cuéntanos ¿cómo ha sido tu aventura de transitar desde la escritura a la música e ir experimentando con la mezcla que se da entre ellas? 

Ha sido una aventura muy circular, una cosa me ha llevado a la otra. La escritura me aproximó a la música y la música me redireccionó a la escritura. A veces pienso que fue al revés. Aún no sé si el trayecto ha sido accidental o destinal, pero ha sido. Y el desplazamiento de un ámbito artístico a otro ha ido, poco a poco, borrando fronteras disciplinares. Ese es el mayor goce de esta aventura: vivenciar poesía y música como un gran tejido, partes constitutivas de una misma experiencia, sin separaciones, sin hiatos, como si se tratara de un poliedro de infinitas caras que silenciosamente se compenetran entre ellas.

En una entrevista de podcast, hablaste sobre las figuras de la música que te han influenciado: Violeta Parra, Víctor Jara, Facundo Cabral, entre otros. Nos gustaría que ahora nos comentaras quiénes son tus poetas de cabecera, quiénes te han marcado o inspirado. ¿Quiénes serían tus “pares” en literatura?

Mis referencias son múltiples y móviles. Desde Pina Bausch a Facundo Cabral; de Mistral, César Calvo y Violeta Parra a Bjork; desde los Perros de las Plazas a Gata Cattana; de Olga Orozco a Ivy Queen; etc. Son muches les que han dejado su huella, quienes han removido mi inquietud y voluntad creativa a lo largo de estos años. No sé si tenga poetas de cabecera. Mis referencias están siempre mutando. Mi marco referencial es como una gran pista de baile de una fiesta barrial: diversos ritmos, diversos cuerpos, diversos gestos, diversos conflictos y emancipaciones. 

¿Cuáles serían las diferencias o similitudes al abordar la palabra y la imagen, tanto en la escritura como en la música? 

Tanto la música como la poesía, para mí, consisten en construir imágenes, escenas acompañadas de una imperceptible atmósfera sonora. En ambos casos, hay una narrativa interna, una dirección de acuerdo a un continuo vaivén. Cada verso es un fotograma que tiene su propio compás. Las palabras son pixeles. Ahora bien, en mi caso, la canción resulta un espacio más libre para abordar la palabra. 

A pesar de que en la canción hay una métrica más marcada, puedo hacer uso de recursos poéticos que en el terreno formal de la poesía están muy objetados. Por ejemplo, la adjetivación o ciertas figuras literarias como el hipérbaton, la anáfora, el calambur, entre otras. Las cacofonías y las rimas, por su parte, enriquecen la rítmica de la canción. Los ilativos no son un ripio, tampoco las preposiciones. Todo tiene un lugar. 

Tengo la impresión de que en la música se puede jugar más, acometer más desvíos, indagar diversos aspectos sin tener que andar consintiendo al extenso manual de reglas académicas. De todas maneras, el poema escrito tiene otro tiempo y texturas que en la canción me cuesta a ratos encontrar. Es todo mucho más personal, mucho más lento. Ambos ejercicios los encuentro tremendamente valiosos, pese a sus vitales diferencias. 

 

 

¿Podría ser la música esa experiencia de “leer con los oídos” (citando una frase de María Moreno)? ¿O cuál sería tu definición de la música al unirla con la poesía?

Creo que sí. Al menos para mí, la música es un suceso altamente sinestésico. Escuchando leo, huelo, palpo y saboreo colores, texturas, temperaturas, lugares, no lugares, etc. Los ojos están en todo el cuerpo, así como los oídos también residen en el ojo. 

No sé cómo definir el enlace música-poesía. Aún no inicio esa búsqueda conceptual. Por el momento tengo más impresiones y sensaciones que definiciones. Una relación más vivencial que tal vez me lleva anticipadamente a un concepto: “dimensionalidad”. 

¿Cómo han recibido tu trabajo poético en el resto de Latinoamérica, en países como México, Perú y Argentina? 

La recepción ha sido tan cálida, tan bondadosa. En todos los lugares fuera de Chile en los que he podido compartir mi poesía y música, me he encontrado con una hospitalidad muy grande. La gente busca el diálogo amable y horizontal, se abre a la escucha y lectura sin ese tono medio crítico-burgués propio de los espacios artísticos chilenos. 

En países como Bolivia, Perú y México, por lo demás, he podido iniciar una búsqueda interdisciplinar más libre y más contenida. Mi trabajo poético se debe a un continente, a las oportunidades que me ha dado este continente. Mi imaginario poético es muy latinoamericano y tal vez eso ha propiciado una grata comunión, una especie de resonar o simbiosis espontánea con gente de países vecinos, países hermanos. 

 

 

¿Ves difícil crear en Chile, con todas sus precariedades, dificultades, discriminaciones y cierto “nepotismo cultural”? 

Siento que crear es difícil en cualquier parte de Latinoamérica, ya que es un acto no utilitarista y contrahegemónico. Por ende, siempre levantarán diversas barreras para que ese acto se repliegue. Sin embargo, en Chile, para mí por lo menos, los procesos creativos son un poco más complejos, ya que hay menos espacios y pareciera que es más esencial el manejo de la nomenclatura corpo-cultural que la creación misma. Hay demasiado instrumentalismo, demasiada desarticulación entre disciplinas, demasiado nepotismo cultural y extractivismo artístico; sobre todo en el terreno de la poesía formal, por llamarle de alguna manera, donde lo que prima es el amiguismo, el diploma y la vanagloria. A mí eso no se me da bien y es por ello que me he querido mantener al margen, crear desde el residuo, desde el rincón, desde heterónimos que fluctúan entre la escritura, la danza y la música; pero crear pese a todas las dificultades.

Cuéntanos en qué proyectos estás trabajando en estos momentos y cuáles son los que pronto verán la luz.

Estoy en varios procesos, tanto musicales como escriturales. Hace muy poco terminé un nuevo poemario que pretendo publicar pronto y desplazar al formato audiovisual o sonoro. También este año comencé una iniciativa de libro transmedial que creo que me tomará un par de años concluir. Pronto saldrá la publicación de un poemario titulado “Terpsícore”, mediante la editorial Pez Espiral. Y, en paralelo, estoy trabajando una intervención poética interdisciplinar que inicié el año pasado en el Centro Nave, en la que se cruzan la corporalidad, la palabra y la música. 

En cuanto a lo musical, estoy trabajando en la producción de nuevas canciones con varias personas que han facilitado su colaboración, de quienes estoy profundamente agradecida. Si los obstáculos no nos muestran su cara, dentro de poco saldrá un nuevo single titulado Extrañarte Bonito y un videoclip de la misma canción. También verán pronto la luz 4 singles más que están en una etapa final de producción: Eclipsar, Cal, Bluetooth y la Funa. Este último tema está en manos de la Fran de La Peluquería Records, espacio de música urbana destinado únicamente a mujeres y disidencias. Asimismo, hay unos videoclips de canciones de mi EP Contrafinal (Volantinela y Renacer) que están empolvándose en el PC y probablemente lo soltaremos a finales de este año.

Pincha aquí para escuchar: 

María Compás en Spotify

 

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