Un golpe de dados jamás abolirá el azar.
Mallarmé
Quisiera partir con la primera versión del poema que me detuvo tras esta invitación:
La Partida inconclusa (1984)
Isla Quiriquina, octubre 1973. (Del libro Cartas de prisionero, de Floridor Pérez)
BLANCAS: Danilo González, Alcalde de Lota
NEGRAS: Floridor Pérez, Profesor rural de Mortandad
1. |
P4R |
P3AD |
2. |
P4D |
P4D |
3. |
CD3A |
PXP |
4. |
CXP |
A4A |
5. |
C3C |
A3C |
6. |
C3A |
C2D |
7. |
…….. |
Mientras reflexionaba su séptima jugada
un cabo gritó su nombre desde la guardia.
—¡Voy!— dijo
pasándome el pequeño ajedrez magnético.
Como no regresó en un plazo prudente
anoté, en broma: Abandona.
Solo cuando el diario EL SUR
la semana siguiente publicó en grandes letras
la noticia de su fusilamiento
en el Estadio Regional de Concepción
comprendí toda la magnitud de su abandono.
Se había formado en las minas del carbón,
pero no fue el peón oscuro que parecía
condenado a ser, y habrá muerto
con señoríos de rey en su enroque.
Años después le cuento a un poeta.
Solo dice:
¿y si te hubieran tocado las blancas?
A 50 años del golpe, en torno al 11 de septiembre de 1973, se habrán conjugado una multiplicidad de acontecimientos, viejos-nuevos acontecimientos, donde siempre cabe la posibilidad de que algo suceda. Y es que hay algo que no deja de escribirse, que no se agota en la dicotomía afirmación-negacionismo, o sencillamente, todavía queda fuera (tal vez como siempre viniendo) por su figura aún no-acontecimental, o no del todo histórica.
50, sin cuenta. Huellas. Restos. Cruces. Porvenir. Algo se habrá cruzado tensionando la legibilidad del suceso, dando cabida a otras lecturas. Y es que cómo contar/tocar el tiempo de un golpe, la duración de un golpe. Crece entonces la memoria y cómo hacer crecer la memoria. De recuerdos se parte y reparte en torno a una misma fecha. Mestiza fecha. Testigo. Porvenir. A 50 años del golpe, cómo decir varias veces de una sola vez, pero no para siempre.
Año 1973, entre ya no y todavía. Hoy.
*
Se me viene entonces la persona de Floridor Pérez. Pienso en el profesor, su detención, su/el poema del libro Cartas de prisionero (1984) (1); pienso también en el título no propio que confesará más tarde haber tomado de un comunicado oficial entregado en el Regimiento de Los Ángeles para la correspondencia despachada a través de la Cruz Roja Internacional. Poema/carta/libro de prisionero, destinado y co-escrito a-con Natacha (a Natacha / destinataria /y co-autora). Luego pienso también en el azar, el juego y la pregunta: ¿y si te hubieran tocado las blancas? – Ventaja en ajedrez, ¿ventaja en realidad?
El poema le hace algo a la fecha. Entre dos lenguas: la del ajedrez y la castellana, nos permite volver a lanzar los dados y probar un poco de suerte.
*
El azar – lo ocurrido por casualidad antes que destreza. Lo no-previsto, fortuito, sin orden. En ese sentido parece cercano al acontecimiento en tanto algo ocurre de manera inesperada, sin motivos suficientes, lo que conlleva interrumpir, transformar el curso que se creía “previsible” de las cosas. Al respecto, las aproximaciones planteadas por Žižek al asunto del acontecimiento, como “una noción anfibia con más de cincuenta tonos de gris” (2014). No fácil de distinguir, tal vez. Incluso previo a la distinción resultan relevantes en tanto noción: anfibia, que convive con más de un elemento y/o se transforma.
En diálogo con Celan y siguiendo con ese guiño ante las más cuestionables circunstancias –después de Auschwitz- evoco su decir respecto de la poesía que se escribe en alemán. Él dice que se podría estar con una poesía, un lenguaje que se ha vuelto más gris, donde lo que interesa es más precisión para intentar medir el campo de lo dado y lo posible a través del camino de lo imposible (1958). Considerando esas dos aproximaciones, tal vez, nosotros, pero qué nosotros, podríamos estar ante una poesía, (¿La nueva poesía chilena?). Un lenguaje que se ha vuelto tornado, un lenguaje más más abigarrado –anfibio, transformativo.
Retomemos:
¿y si te hubieran tocado las blancas?
Es el tiempo del preguntar y es simplemente eso –tiempo (Hamacher, 2022). Como si la pregunta misma nos brindase un tiempo. En este caso, de-traer lo que no puede reunirse si-no como poema. Convivimos con personas que dicen no vivieron “el golpe”, pero que sí viven sus efectos.
Ventaja / Desventaja: ¿y si te hubieran tocado las blancas?
*
Tras el golpe – Guadalupe Santa Cruz, al no poder escribir sobre Pisagua – habló del azar. Las formas que según testimonia un sobreviviente se jugaron en Pisagua:
En el horario de recreo los guardias del campo de concentración preguntan a los presos por el paseo de su preferencia, luego alinean a los hombres en dos filas. Ellos, los presos ignoran [no prevén] el hecho de que elegir tal o cual dirección en el angosto pueblo significa permanecer en vida o ser conducido ante el pelotón de fusilamiento, dar un paso en el juego de la muerte concebido por los militares.
Los guardias echan a correr a los presos por las dunas de arena. Aquel que escala con prontitud y logra izarse más arriba de la línea del disparo de la ametralladora salva ileso.
Hacinados en las breves celdas de la cárcel, los presos duermen de pie. Los guardias ofrecen una hamaca. Tras algunos días en que los presos verifican que desaparecen hombres de la celda, retoman su incómoda y casi imposible postura vertical para dormir. Quienes tendieron su cuerpo en la hamaca lo marcaron sin querer con una cruz en el juego tramado por los guardias. Detrás de la noche había otra noche. Y en esa otra noche un puñado de hombres en uniforme jugaba al azar (2013, 130-131).
Por su parte, el poema La partida inconclusa habrá mostrado -a dos lenguas- la fractura como algo a pensar y que no cesa de partir, o bien no asegura su destino, o nunca puede ser partida o juego jugado del todo. He aquí quizás lo anfibio – el azar a medio andar, donde el poema indaga en escritura y se da cita, y pasa a su propia suerte en un juego perturbador de y con los recuerdos que se vienen a la memoria, vale decir, aquí a contrapelo entre lo que cambia y permanece; quizá como un intento por devolver el azar al azar, ya lejos de los administradores de la vida/muerte, o no solo cerca de los administradores de la muerte. El azar al azar, donde la historia por un lado deja de ser un punto fijo, circunscrito, único y exclusivo al saber de lo histórico-biográfico, y que por otro lado propone algo distinto a la dicotomía afirmación-negacionismo.
Leo entonces, ya en sus partes, el poema que de hecho comienza afirmando sus coordenadas – lugar, tiempo, y posición:
Isla Quiriquina, octubre 1973.
BLANCAS: Danilo González, Alcalde de Lota
NEGRAS: Floridor Pérez, Profesor rural de Mortandad
Leo ahora las partidas de la apertura en lengua de ajedrez; lengua que se caracteriza por decir con su escritura el movimiento; la escritura es el movimiento, la notación (2): con mayúsculas la inicial de la pieza que se mueve, seguida de la coordenada de su casilla de destino. Pieza y destino:
1.P 4 R P 3 A D
2.P 4 D P 4 D
3.C D 3 A P X P
4.C X P A 4 A
5.C 3 C A 3 C
6.C 3 A C 2 D
7…….
1. Peón cuatro rey Peón tres alfil dama
2. Peón cuatro dama Peón cuatro dama
3. Caballo dama tres alfil Peón por peón
4. Caballo por peón Alfil cuatro alfil.
5. Caballo tres caballo Alfil tres caballo
6. Caballo tres alfil Caballo dos dama
7. ……….
Hasta aquí he leído las notaciones con la lengua del juego: 1,2,3,4,5,6,7… hasta la pausa primera, o más precisamente, hasta la séptima partida, la que por una lado puede ser entendida como un momento de reflexión al interior del poema (durante la/s partida/s), pero también, como un momento operando, interrumpido con el ingreso, o más bien, la sobreposición de la otra lengua -la castellana-, ¿la de la otra partida?, ¿la de quién? ¿Cómo distinguir de entrada ese momento que se confunde entre la reflexión de la lengua anterior y el grito, el nombre, la castellana? – ¿cambio de tono? – . Leo la jugada en que el poema lleva (a) lo incierto con la demora en la cifra: 7…. (número asociado generalmente a la perfección), espacio. Sigo:
Mientras reflexionaba su séptima jugada
un cabo gritó su nombre desde la guardia.
—¡Voy!— dijo
pasándome el pequeño ajedrez magnético.
Como no regresó en un plazo prudente
anoté, en broma: Abandona.
anoté, en broma: Abandona. El poema marca aquí su ánimo (claramente no el único del poema), dijéramos algo así como que bromea en castellano, la misma lengua que interrumpe con el grito y llama al fusilamiento en estado de detención, como si una parte aún en ausencia del otro jugador (esto es aún sin saber motivo), y pese al grito, y pese hallarse en un campo de detención hubiese podido seguir jugando; moviéndose en ánimo de broma, todavía con la lengua. Y dijéramos también que bromea en ajedrez, cuando estás perdido y no es necesario llegar al jaque mate, “abandonas”; el punto aquí, la broma con el poema, es que nadie abandona en la apertura(3), pero.
Sigo:
Solo cuando el diario EL SUR
la semana siguiente publicó en grandes letras
la noticia de su fusilamiento
en el Estadio Regional de Concepción
comprendí toda la magnitud de su abandono.
Publicó en grandes letras…comprendí toda la magnitud de su abandono. En “grandes palabras”, cual un llamado de atención, una alarma – donde leer fue comprender con el fusilamiento “el abandono”, la magnitud. De alguna forma, el poema se ha vuelto más gris. La palabra se ha magnificado, en el sentido de adquirir mayor precisión. Pudiéramos decir también que se va estrechando… y no hablo aquí de polisemia de las palabras sino de ánimos.
Se había formado en las minas del carbón,
pero no fue el peón(4) oscuro que parecía
condenado a ser, y habrá muerto
con señoríos de rey en su enroque(5).
El poema guarda espacio para el relato y, a pesar de todas las pérdidas, se despliega hospitalario en el juego con la vida y con la muerte. O, dicho en otras palabras, en el momento de mayor tensión el poema cruza en lenguas, en breve biografismo, la castellana dice en/el movimiento de ajedrez. Cabe señalar que la jugada del enroque, técnicamente, corresponde a un movimiento de defensa del rey (0-0 notación para el enroque corto en el flanco del rey; 0-0-0 notación para el enroque largo en el flanco de la dama), el único movimiento en que el jugador mueve dos piezas a la vez.
Años después le cuento a un poeta.
Solo dice:
– ¿y si te hubieran tocado las blancas?
La cuenta, sin cuenta – la palabra puede llegar a ser una palabra terrible para la memoria, señalaba Derrida.
¿y si te hubieran tocado las blancas?
Pregunta, no respuesta. Pausa/pasmo, tal vez como una forma de visibilizar el despojo del azar del azar, donde lo que en un momento puede presentarse como insignificante se vuelve arbitrariamente significativo. Negro/ Blanco. Sabemos también que blanco, la palabra blanco guarda muchas acepciones. En este sentido, las palabras portan su propia memoria. Entre ellas llevan la marca de lo superior y con ello la ventaja.
Con todo hasta aquí, se hace difícil hallar aquí un poema que se reduzca solo a la restitución entendida como la posibilidad de sosegar el golpe, toda vez que el golpe no se detiene. Un poema –lo escribía, Celan– es un intento por ganar realidad, hacer visible la realidad como algo que se encuentra lejos de estar dada; hay que buscarla – ponerla en cuestión: abrirla – ¿y si te hubieran tocado las blancas?, ¿y si hubieras estado tú en el lugar del otro otro?
Pregunta incalculable. En este encuentro aleatorio, la partida/juego/reparto/comienzo, como poema, habrá sido inconclusa. Tras el golpe.
**
Ahora, no se trata de que un poema sea bello o no; bueno o malo con la Historia o las historias; sino tal vez del alcance y la justeza de las palabras con que intenta decir su verdad. Como poema aquí no existe la última palabra.
Noche, noche. Detrás de la noche había otra noche, escribe Guadalupe Santa Cruz, la noche de los administradores de la vida/muerte, por esa noche ha venido este poema; pero hay también, detraída, la propia noche del poema, “la otra” partida: tal vez, un momento singular y radical de inflexión, desviación o torcimiento que cuestione el lugar de la ventaja, donde quizá la apuesta apunta no solo a que las cosas cambien, negro en vez de blanco, sino más aún a que se transformen las fuerzas que empujan a posicionarse violentamente el Uno, en tanto absoluto, sobre otros; a que se transformen los parámetros que organizan las elecciones, esto es las posiciones, las coordenadas con que medimos y contamos los hechos con que somos tocados y tocamos.
¿y si te hubieran tocado las blancas?
Tras la pregunta no hubo palabras que pudieran quedar fijadas a otra temporalidad. Nada, sino el poema, la coordenada misma abierta de camino de lo imposible. El porvenir de una invitación como posibilidad puesta en cuestión.
*
Hace cincuenta…
sin cuenta años del golpe, en la inter-
sección de las especies
entre anfibios y liebres, picantes
(chilenxs todes)
no sin cierto miedo
sonríen invisiblemente
a l a s p a l a b r a s
Referencias bibliográficas:
– Derrida, J. Schibbolteth. Para Paul Celan. Arena libros. Madrid, 2002.
– Hamacher, W. La detrición de la lengua. Ediciones metales pesados, Santiago de Chile, 2022.
– Pérez, F. Cartas de prisionero. Ediciones Casa de Chile, México, 1984.
– Santa Cruz, G. Lo que vibra por las superficies. Sangría, Santiago de Chile, 2013.
– Žižek, S. Acontecimiento. Editorial Sexto Piso, 2014/2018.
Notas:
(1) Existen dos versiones de este poema, 1984, 1985. La primera con distribución estrófica y la segunda en verso continuo y cambios en los cortes de los versos.
(2) Cabe precisar que no ha existido una única forma de escribir el movimiento, las primeras formas datan del año 1614, principalmente descriptivas, las que fueron evolucionando hasta la notación descriptiva inglesa utilizada hasta pasada la década de los 70, esta última se corresponde con la notación utilizada en el poema. Actualmente, se utiliza la notación algebraica considerada más compacta y precisa que la descriptiva, la que a su vez también presenta sus propias variantes.
(3) El ajedrez consta de tres momentos de juego: la apertura, el medio juego y el final.
(4) En la versión de 1984 las palabras “peón” y “rey” aparecen en cursivas a diferencia de la versión de 1985 donde aparecen con mayúsculas, tal vez reforzando la asignación de un nombre propio.
(5) El enroque es un movimiento especial en el ajedrez que involucra al rey y a una de la las torres de jugador, es el único movimiento en el que el jugador mueve dos piezas a la vez. El enroque puede hacerse si el rey y la torre involucrada nunca han sido movidos, si las casillas entre el rey y la torre involucrados están desocupadas, que el rey no está en jaque y ninguna de las casillas por los que el rey pasará, o quedará, está bajo ataque.
Carolina Pezoa (Santiago, 1973-2023), escritora y psicoanalista. Ha publicado los poemarios Nacencia (Asterión, 2007), Gusana (Asterión, 2010), Hubo mar una vez aquí (Cuadro de tiza, 2013 / encuadernaciones eleonora casaula, 2020) y Nazca (Traza editora, 2021); en ensayo Celan y Freud. Hacia lo estrecho (Ichpa Ediciones, 2018); además ha participado en los proyectos del colectivo TRAZA y del colectivo feminista de creación literaria “Ergo Sum”: ¡BASTA! + de 100 mujeres contra la violencia de género (Asterión, 2012/2019).
Revista Extrabismos
Revista extrabismos se presenta como una plataforma de visibilización de las artes contemporáneas, con el propósito de generar lecturas interdisciplinarias entre distintas prácticas literarias, visuales, audiovisuales, performáticas, entre otras. Asimismo, nuestra revista pretende dialogar y profundizar la reflexión crítica que se encuentra en las diferentes expresiones del arte contemporáneo, así como en los procesos de producción, circulación y recepción de sus obras.